Tánatos enmascarado

En el idioma de los antiguos romanos las palabras persona, personaje y máscara compartían una misma raíz y estaban unidas estrechamente. Esta relación originaria anima las páginas de este libro de poemas, en el que las identidades y los cuerpos aparecen en un juego constante de enmascaramientos.

Luis Enrique Aguirre abreva del archivo, las crónicas periodísticas, la nota roja, las evocaciones perosnales y los imaginarios construidos en torno a la lucha libre. Poco a poco, los hechos inmediatos ceden el paso a la transfiguración verbal de estos materiales y su escritura está atenta a las huellas del habla. Mientras tanto, las figuras del pancracio se vuelven presencias metafóricas, sin dejar por ello de ser extremadamente reales y habitar los terrenos marcados por la violencia y la muerte, el desamparo y las penurias, entregándose a la vitalidad del cuadrilátero, donde “perder la cabellera es perder el tiempo, / pero perder la máscara es perder el alma”.